Capitulo 11

Hola a todos!! Aquí tenéis el tan ansiado capitulo 11.. ¿ Matará a Gale? (Sé que todas queréis que lo haga jaja) Bueno este capitulo es muy especial porque el final de este capitulo es increíble (se quedaréis mas impresionados que con Gale) y por ser tan especial queríamos dedicar el capitulo a todos los que nos leen (las historias y mis múltiples paranoias) y en especial a todas que nos comenta que  con sus comentarios nos arrancan sonrisas y nos animan a seguir.
                                              

Gale, Prim, mi madre, la arena, el calabozo….

Estoy pataleando en el aire con los brazos aún extendidos hacia él y los dedos agarrotados por el esfuerzo. El vigilante yace tumbado en la escritorio, entre la seda del traje se pueden adivinar algunos matices oscuros que adquieren un tinte púrpura sobre su cuello. Su pecho se hincha de manera irregular mientras intenta acompasar la respiración y recobrar la compostura… Un par de segundos más y estaría muerto, solo unos segundos….

Finalmente los guardias consiguen reducirme, y me sostienen a volandas para abandonar la habitación.

-¡Te voy a matar! ¡¡TE LO JURO!!

Un golpe sordo rebota en las paredes del amplio pasillo, las puertas se han cerrado. Mientras me arrastran hacia mi dormitorio intento desesperadamente aclarar en mi mente lo ocurrido, y lo que aún debe ocurrir… Mi madre está encerrada. Quien sabe cuánto lleva allí. He intentado matar al vigilante. El vigilante es el controlador supremo de los juegos. El decide quien vive o muere. Mis hijos van a estos juegos…  

¿Qué  he hecho?...

Uno de los agentes aporrea la puerta del aposento que tiembla bajo su puño y en un par de segundos el rostro de Peeta se dibuja tras la madera. Su expresión se endurece sobre el semblante pálido y las preguntas no tardan en surgir de sus labios.

-          Pero ¿Qué ha pasado? ¿Qué has hecho?

-          La próxima vez asegúrese de atarla y ponerle un bozal. El señor Hawthorne no tolerara otra falta de esta magnitud.

Tras esa última frase los agentes arrojan mi cuerpo al interior del dormitorio, se cuadran frente a Peeta y se alejan bruscamente por el corredor hasta fundirse con la oscuridad de la lejanía.

 Tras cerrar la puerta Peeta se arrodilla junto a mí y me sostiene por los hombros.

-¿Qué ha pasado?

- Tenía un regalo- susurro con un hilo de voz. Sus ojos confundidos, escrutan los míos.

-¿Un regalo? ¿Quién tenía un regalo?

La sucia celda se perfila de nuevo en mi mente. El rostro de mi madre, demacrado por el tiempo y las torturas. ¿Cuánto tiempo llevaría allí? Las últimas noticias que recibí de ella fue hace tres meses, cuando telefoneó desde el Capitolio pare felicitar a Gale por su cumpleaños. ¿Desde entonces lleva encerrada?

-          Katniss, Katniss vuelve- me zarandea entre sus brazos- ¿Cuál es ese regalo?

No puedo reprimir las lágrimas.

-          Mi… mi madre….

Y estalló, ya no puedo más. Todas las sensaciones ocultas y sentimientos se arremolinan en mi estomago provocándome nauseas. Me apresuro en levantarme zafándome de Peeta qué intenta aferrarme por el extremo de la chaqueta y me encierro en el baño.

Todo pierde su nitidez a mi alrededor. Me inclino sobre la taza de porcelana del lavabo y lentamente me abandono a merced de todas mis emociones….

                                                       …………

Más golpes en la puerta. Afortunadamente el  desvencijado pestillo aún no ha cedido.

-Katniss, por favor, sal de ahí, llevas más de un hora.

Una nueva arcada. Me aferro al borde del lavabo reprimiendo el vomito.

-          Katniss he llamado a un médico, está en camino. Abre la puerta por favor.

Mi reflejo en el espejo me devuelve la mirada apagada. Los mechones manchados caen por el rostro en una maraña oscura enmarcando una tez pálida, perlada por el sudor.

-          Voy a entrar.

Tiemblo bajo la ropa sucia.

-          Por las buenas o por las malas.

Las piernas me fallan. El pestillo, que raudo aguanto firme los golpes se deshace en un amasijo de metal dorado en el suelo y la puerta se abre con un estrepito.

-¡Katniss¡

Todo se vuelve borroso a mi alrededor, mi cuerpo agotado se derrumba con languidez sobre sus brazos.

-          ¿ qué me esta pasan….?

Hace frío. Un agudo pinchonazo en el brazo me incita a abrir los ojos. La potente luz blanca que irradia un fluorescente sobre mí me obliga a protegerme el rostro con la mano.

-          Cuidado o harás saltar el suero.

Es la voz de Peeta. Con lentitud me incorporo y estudio mi alrededor. Estoy tumbada en un delgado colchón, sobre una camilla de reluciente metal y junto a ella Peeta se yergue firme  en una silla de plástico. Imitando a las paredes, dos cortinas azules nos separan del resto de habitaciones.

-          ¿Qué  ha pasado?- la garganta me arde a cada palabra.

-          Aún no es seguro, el médico dice que quizás fuese una bajada de tensión. Te han hecho algunas pruebas, estamos a la espera de los resultados- se incorpora de la silla para aproximarse al recio colchón - ¿ qué pasó?

Exhalo un largo suspiro mientras distraídamente observo como el suero avanza por los cristalinos conductos hacia mis venas.

-¿ Dónde están los niños?

- Ellos están bien, estaban durmiendo cuando llegaste- responde impaciente.

Algo más tranquila me aferro a su brazo para incorporarme.

-Me enseño un video. Lo tenía todo preparado, quería enloquecerme, quería que perdiese los papeles.

-¿Qué había en ese video?- espera expectante una respuesta.

- Mi madre… está encerrada y estoy segura de que la están torturando.

Sus pupilas se dilatan bajo el foco de luz y se apresura en estrecharme. El amargo sabor de la impotencia envuelve mi garganta… Por mi madre, por mis hijos….

Alguien carraspea sordamente frente a nosotros. Un hombre de avanzada edad y menguada estatura nos observa fríamente. Su rostro anguloso no presenta ninguna operación y a priori puede confundirse con un médico de distrito. Pero aún así hay algo inquietante en sus facciones, algo sobrenatural que no consigo descifrar. Sus huesudos dedos sostienen una carpeta de cartón.

-          Ya tenemos los resultados- nos estudia tras las  gafas que bailan sobre la curvatura de su nariz- y tengo una noticia que daros.

Alguien corre suavemente el extremo de la cortina lateral y entra en la habitación. Tengo que realizar serios esfuerzos para no arrojarme de nuevo a su cuello.

-          ¿Qué hace él aquí?

-          Vengo a qué acabes lo que empezaste- sonríe con crueldad rozando con la yema de los dedos las marcas que mis manos dibujaron sobre su tersa piel. Intento incorporarme pero los brazos de Peeta están de nuevo ahí para calmar mis alterados nervios

-          Lo haría con gusto- ladró mientras intento a la vez sosegarme entre sus manos.

-          Tranquilízate- su dulce voz me relaja de inmediato- ¿ qué ocurre doctor?

-          Si doctor, díganos qué le ocurre a nuestro querido y preciado Sinsajo.

El médico se inclina sobre la carpeta y se apresura en  ajustar sus gafas antes de proceder a hablar.

-          Verán, después de los síntomas que usted me describió yo ya tenía serias sospechas acerca del foco del problema, si es que puede llamarse así.

-          Por favor dese prisa - suplica Peeta. Sé que está temblando.

-          Hemos sometido a la paciente a varias pruebas pero desde un principio sabíamos el desencadenante de sus vómitos y desfallecimientos…

El médico contrae una sonrisa y durante unos instantes la cruelda asoma en sus labios descarnados.-          - -Señora Everdeen, está usted embarazada…